Historia es el de las gemelas Pollock
- Condor leyendas
- 6 ago 2020
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Estas niñas cuyos nombres eran Joanna y Jacqueline, de once y seis años respectivamente, se encontraban en las calles de Whithley-Bay, frente al Mar del Norte. Era un domingo, 5 de mayo de 1957 y las personas se dirigían a la iglesia de la localidad.
Pero en un descuido, las gemelas vieron la muerte cuando un carruaje las atropelló por completo, descuartizándolas y provocando una gran tristeza en los padres de las difuntas, John y Florencia Pollock, quienes recibieron la noticia al instante.
Más de un año después, la madre se enteró que volvería a dar a luz, eso sucedió el 4 de octubre de 1958. Curiosamente, Florencia tuvo dos gemelas que nacieron con tan solo 10 segundos de diferencia. Al final, adoptaron los nombres de Gillian y Jennifer. Cuando las niñas tenían tres años de edad, comenzaron a dar pistas de algo sumamente complejo a sus padres, pues resulta que ellas eran capaces de conocer a la gente del pueblo por su nombre, conocían su hogar, tenían los mismos hábitos, costumbres y hasta la manera en como hablaban eran similares a las ya fallecidas.
Gillian recordaba la vida de su hermana muerta, Joanna, de once años, mientras que Jennifer la de Jacqueline, de seis. Identificaban los juguetes que habían quedado en el recuerdo de los padres y también sus antiguas muñecas recibían los mismos nombres que previamente les habían puesto las primeras gemelas.
Más extraño aún eran las marcas en el cuerpo que las niñas tenían, las cuales coincidían con sus hermanitas ya muertas. Jennifer tenía marcas en la nariz, al igual que Jacqueline, quien tenía puntos de sutura en la misma parte del cuepo por haberse golpeado el rostro a los tres años de edad. Por su parte, Gillian tenía un lunar en la parte izquierda de la cintura, cosa que coincidía con Joanna.
Y para finalizar con estas similitudes, las gemelas resultaron tener una fobia muy marcada a los vehículos, curioso, pues uno de ellos había terminado con la vida de sus antecesoras.
Todas estas escenas de coincidencia tuvieron un fin. Resulta que las niñas dejaron de experimentar estos extraños comportamientos cuando cumplieron los cinco años, edad la cual según los científicos, es el límite para recordar vidas pasadas
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